Artesania Ayacuchana - Retablos(Video tomado de Youtube)

El retablo ayacuchano procede del cajon de San Marcos, objeto mítico religioso para los ganaderos. El cajón de San Marcos se usa para presidir el ritual de la herranza, o fiesta de Santiago, y para invocar a los espíritus que viven en las montañas. Las dimensiones de los cajones suelen ser de 25 a 30 centímetros de altura; de 20 a 25 centímetros de largo; y de 5 a 10 de profundidad. Al interior de los cajones hay una división de dos niveles: superior (hanan) e inferior (hurin). En la parte superior se ubica a los santos patronos, acompañados de animales domésticos; y en la parte inferior se encuentran músicos, bailarines o personajes del campo, representando escenas de la vida del indio: sufrimiento, alegrías y tareas agrícolas. Hacia la década de 1940 el cajón de San Marcos sufre una transformación, debido a la penetración de productos industriales, la importación de nuevos medios de transportes y comunicaciones, asi como al incremento de la mercantilización de la vida económica y social de la región. Entonces el cajón de San Marcos estuvo a punto de desaparecer, sin embargo supo adecuarse a los gustos del mercado de la ciudad. En este proceso de adaptación el cajón perdiió su carácter mítico religioso. A fines de la década de 1950, se comenzó a representar aspectos propios de la localidad. A las obras de estilo antiguo se les siguió llamando cajón de San Marcos; en cambio, a las de estilo nuevo se les comenzó a denominar retablo. En la década de 1960, la introducción de modelos extranjeros se hizo masiva. Joaquín López Antay fijó el actual estilo y colorido costumbrista de los retablos ayacuchanos. José María Arguedas dice al respecto: "El renacimiento del retablo, la transformación del San Marcos estereotipado por el prodigioso mundo del retablo profano, fue obra de don Joaquin Lopez; él no solamente quiso hacerlo, sino que pudo hacerlo, y de tal manera, que realizó el milagro artístico de que en tan peligrosa transformación la obra no solamente no perdió su valor estético, sino que fue convirtiéndose además en una pieza documental etnográfica".

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